Muchos de mis compatriotas se sorprenderán del título de esta entrada, sin embargo, deseo compartirles que existe una gran cantidad de lectores de este blog que no saben, ni tienen la más mínima idea acerca de dos de los personajes que más han llenado de orgullo a los nicaragüenses. Siga leyendo aqui...
Contrario a lo que estos lectores pueden pensar, el primer personaje a que hago referencia no es ni político, ni militar, ni deportista.
Al ser de origen nicaragüense, obviamente resulta lógico y casi obligatorio saber lo mínimo de estos ilustres personajes, pero es claro que necesitamos escribir, para nuestro amigos en otros distantes lugares del mundo, un poco de lo que significaron para nosotros, como nicaragüenses, pinoleros ciento por ciento, estos dos héroes nacionales.
Rubén Darío, cuyo nombre de pila era Félix Rubén García Sarmiento, fue un periodista, escritor, poeta y diplomático nicaragüense, conocido como el Príncipe de las letras castellanas. Fue uno de los fundadores del movimiento denominado modernismo que revolucionó la forma en que se escribía en español a inicios del siglo XX.
El movimiento literario del modernismo surgió como una alternativa ante la era de la industrialización caracterizada por el auge de la clase burguesa y la cosificación del ser humano. Ya miraríamos reflejado esta forma de pensar en películas de Chaplin (por ejemplo Tiempos Modernos). Como los representantes de este movimiento consideraban que la industrialización estaba acabando con la belleza de la vida y el disfrute del ser humano volvieron la vista a las cosas antiguas, a la belleza y la sofisticación de las culturas lejanas y exóticas de la china y retomaron el uso de la perfección en la métrica poética y los temas relacionados con las cosas preciosas del mundo. En la poesía retomaron la técnica métrica empleada por los franceses y retomaron la mitología griega en su temática de uso corriente.
Rubén nació en Metapa, hoy conocida como Ciudad Darío, camino a Matagalpa, a unos 100 km al norte de Managua. De ahí su madre lo trasladó a León en donde fue criado por sus tíos abuelos luego que su madre se marchara a vivir a Honduras. Llamó la atención de la gente pues se dice que a los tres años ya leía y alcanzó fama como "poeta niño".
Ya viviendo en Managua consiguió un puesto en la Biblioteca nacional. Existe el mito que ahí, Darío aprendió de memoria el contenido completo del diccionario de la Real Academia Española.
Más tarde viajó a Honduras y El Salvador, donde conoció de mano de otros poetas y protectores la poesía de Víctor Hugo.
Regresó a Managua y posteriormente se embarcaría a tierras más lejanas llegando hasta Chile.
En Chile, Darío publicaría su más insigne obra "Azul".
AUGUSTO Calderón Sandino, el otro personaje al que hacía referencia el título de la presente entrada, es otra figura mítica de nuestra historia nacional.
Sandino, según la enciclopedia en línea Wikipedia, "fue un campesino, patriota y revolucionario nicaragüense". De todos estos adjetivos, que ciertamente se adaptan al personaje, hoy me quedaría con el de revolucionario. Y fue revolucionario en el sentido estricto de la palabra, o como decía Ernesto Guevara "Hay hombres que llevan la revolución en la boca para vivir de ella, otros en el corazón para morir por ella", ciertamente Sandino no era de los primeros ya que murió ajusticiado por un oscuro personaje de la historia nacional, el general Anastacio Somoza García.
En 1912 los Estados Unidos hicieron su primera intervención militar en Nicaragua. Sandino tenía entonces diecisiete años.
Se dice que Sandino (que había nacido en Niquinohomo, pequeño pueblecito ubicado a unos pocos kilómetros de Masaya) miró como los invasores arrastraban el cuerpo ya sin vida del general Benjamín Zeledón, un conocido militar liberal que luchaba contra los intervencionistas. Este suceso marcaría su vida para siempre pues se dio cuenta que los Estados Unidos no tenían derecho de invadir ningún país. Debía hacerse algo para expulsarlos.
En las propias palabras de Sandino leemos el siguiente documento histórico:
"En esa ciudad de Masaya, a la que Rubén Darío llamó la Ciudad de las Flores, se encuentra la fortaleza de La Barranca, donde estaban atrincheradas las fuerzas del General Benjamín Zeledón contra los invasores norteamericanos y los vende-patria nicaragüenses encabezados por los esbirros Emiliano Chamorro y Adolfo Díaz. El 4 de octubre, en la madrugada, yendo yo en camino a una de las haciendas de mi padre, escuché descargas de fusilería y ráfagas de ametralladoras en las hondonadas del Cerro de Pacaya; consecutivamente se oía arreciar un formidable combate que se había entablado entre dos mil soldados de infantería de la Marina norteamericana unidos a quince mil vende-patria nicaragüenses contra quinientos hombres del General Zeledón, que se defendían heroicamente contra aquella oprobiosa avalancha humana, después de un prolongado sitio que habían sufrido los autonomistas nicaragüenses, en aquella ciudad, donde tuvieron que comer hasta sus cabalgaduras.
Nuestros sentimientos patrióticos y nuestro corazón de hombre joven ese encontraban en desesperante inquietud, pero nada pude hacer en bien de aquella noble y grandiosa causa sostenida por el General Benjamín Zeledón y a las cinco de la tarde de ese mismo día, aquel Apóstol de la Libertad había muerto y en una carreta tirada por bueyes fue conducido su cadáver al pueblo de Catarina, convecino del mío, en donde hasta por hoy, bajo una lápida lamosa y semidestruida por la intemperie del tiempo se encuentran los restos de nuestro Máximo Héroe y GRAN PATRIOTA GENERAL BENJAMIN ZELEDON."
continuará...
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