Comenzare a escribir sobre las tremendas experiencias que vivi conociendo el "primer mundo" en mi primer viaje a Estados Unidos.
Atentos a fotos y relatos en los proximos dias!
blog dedicado a la vida, la esperanza, a compartir las vivencias buenas de la vida, escritos, ciencia, amor, fe, Dios, en fin de toda la amalgama de que esta compuesta el mundo!
miércoles, 7 de abril de 2010
lunes, 1 de febrero de 2010
Sobre mis lecturas de año nuevo
Finalmente tengo unos momentos para escribir sobre mis lecturas de los días pasados.
1. La isla bajo el mar, de Isabel Allende.
Excelente libro. Por momentos me vi transportado a la Isla La Española en la triste época de la esclavitud. Imaginé los barcos llenos de esclavos que quizás fueron influencia de mis recuerdos de aquella película, Amistad. La historia del surgimiento de Haiti como país independiente me resultó de lo más interesante, sobre todo porque no tenía ni la más remota idea sobre quien era Macandal, ni de la gran influencia de Louverture en todo este rollo. A veces sentía la vibración de los tambores africanos mientras leía en el bus rumbo a Estelí y podía percibir, como los elefantes a través de sus cartilaginosas patas, el sonido de Africa en mi ser.
2. El Testamento. John Grisham.
Lo que más me gustó de este Best Seller de Grisham (¡uno más para variar!) es su manejo de los términos y leyes leguyelas, no en vano el hombre ejerce el derecho. Las descripciones del pantanal son espeluznantes y a la vez salvajes. Con un poco de imaginación podés sentir cómo hierve el agua mientras despedaza a un hombre que cayó en un nido de pirañas. ¡Ay mamá!... Al final no se por qué siempre en los libros de Grisham aparece un borracho, una mujer, un abogado y algunos muertos antes de la página 20... O un millonario viejo moribundo, como en este caso. Veremos, porque al momento sólo he leído "Tiempo de Matar"... que me pareció excelente, "El Buffette", que leí luego de ver la película estelarizada por Tom Cruise (buena película), y esta que comento ahorita. Tengo unos cuantos más en la bandeja de espera para el resto del año. Ya les comentaré.
3. El Códice Maya. Douglas Preston.
Un excéntrico millonario que tiene los días contados por un cáncer terminal decide dejar su fabulosa herencia de obras de arte y artilugios prehispánicos a sus hijos siempre y cuando cumplan con una condición: deben buscarlo juntos. Con la exótica idea de lograr unir a sus hijos, el viejo les deja un vídeo en donde mediante algunas indicaciones logra captar la atención de los herederos. Inician su búsqueda, pero por caminos diferentes. Por causas del destino, finalmente se unen y logran hacer un espectacular descubrimiento en medio de la selva de Honduras... ah, ¿por qué el códice?... bueno, pues resulta que entre los innumerables tesoros coleccionados por el viejo se encuentra un antiguo códice maya, que contiene cientos de remedios para una gran cantidad de enfermedades. Los que saben del códice también van en busca de él y también se mezclan unos guardias militares y un viejo socio del viejo millonario. En fin, si lo que desean es leer un thriller de lo más adictivo, ¡este obra de Preston es para ustedes!
4. Huérfanos del Mal. Nicolas D´Estienne D´Orves.
Le tomó dos años de trabajo al autor investigar y producir este Best Seller internacional. Se trata aquí de la manera en que durante la oscura época del nazismo, se trató de reproducir, como si se tratara de criaderos o fábricas en serie, a los perfectos ejemplares de la raza Aria, superior, conforme los cánones de los nazis. Una periodista es contratada por un excéntrico millonario para efectuar la investigación para averiguar qué ha ocurrido con aquellos niños producto de este macabro experimento de reproducción humano.
Les agregaré mis comentarios sobre mis futuras lecturas, ¡saludos por el momento!
1. La isla bajo el mar, de Isabel Allende.
Excelente libro. Por momentos me vi transportado a la Isla La Española en la triste época de la esclavitud. Imaginé los barcos llenos de esclavos que quizás fueron influencia de mis recuerdos de aquella película, Amistad. La historia del surgimiento de Haiti como país independiente me resultó de lo más interesante, sobre todo porque no tenía ni la más remota idea sobre quien era Macandal, ni de la gran influencia de Louverture en todo este rollo. A veces sentía la vibración de los tambores africanos mientras leía en el bus rumbo a Estelí y podía percibir, como los elefantes a través de sus cartilaginosas patas, el sonido de Africa en mi ser.
2. El Testamento. John Grisham.
Lo que más me gustó de este Best Seller de Grisham (¡uno más para variar!) es su manejo de los términos y leyes leguyelas, no en vano el hombre ejerce el derecho. Las descripciones del pantanal son espeluznantes y a la vez salvajes. Con un poco de imaginación podés sentir cómo hierve el agua mientras despedaza a un hombre que cayó en un nido de pirañas. ¡Ay mamá!... Al final no se por qué siempre en los libros de Grisham aparece un borracho, una mujer, un abogado y algunos muertos antes de la página 20... O un millonario viejo moribundo, como en este caso. Veremos, porque al momento sólo he leído "Tiempo de Matar"... que me pareció excelente, "El Buffette", que leí luego de ver la película estelarizada por Tom Cruise (buena película), y esta que comento ahorita. Tengo unos cuantos más en la bandeja de espera para el resto del año. Ya les comentaré.
3. El Códice Maya. Douglas Preston.
Un excéntrico millonario que tiene los días contados por un cáncer terminal decide dejar su fabulosa herencia de obras de arte y artilugios prehispánicos a sus hijos siempre y cuando cumplan con una condición: deben buscarlo juntos. Con la exótica idea de lograr unir a sus hijos, el viejo les deja un vídeo en donde mediante algunas indicaciones logra captar la atención de los herederos. Inician su búsqueda, pero por caminos diferentes. Por causas del destino, finalmente se unen y logran hacer un espectacular descubrimiento en medio de la selva de Honduras... ah, ¿por qué el códice?... bueno, pues resulta que entre los innumerables tesoros coleccionados por el viejo se encuentra un antiguo códice maya, que contiene cientos de remedios para una gran cantidad de enfermedades. Los que saben del códice también van en busca de él y también se mezclan unos guardias militares y un viejo socio del viejo millonario. En fin, si lo que desean es leer un thriller de lo más adictivo, ¡este obra de Preston es para ustedes!
4. Huérfanos del Mal. Nicolas D´Estienne D´Orves.
Le tomó dos años de trabajo al autor investigar y producir este Best Seller internacional. Se trata aquí de la manera en que durante la oscura época del nazismo, se trató de reproducir, como si se tratara de criaderos o fábricas en serie, a los perfectos ejemplares de la raza Aria, superior, conforme los cánones de los nazis. Una periodista es contratada por un excéntrico millonario para efectuar la investigación para averiguar qué ha ocurrido con aquellos niños producto de este macabro experimento de reproducción humano.
Les agregaré mis comentarios sobre mis futuras lecturas, ¡saludos por el momento!
domingo, 13 de diciembre de 2009
Más de Kiyosaki
No sé qué tiene este tipo para hacerme comprar y leer nuevamente otro de sus libros, ahora estoy con "Antes de Renunciar a tu empleo: 10 lecciones que todo emprendedor debe saber para construir un negocio multimillonario". Bueno, actualmente no aspiro a construir un negocio de semejante envergadura pero uno nunca sabe lo que puede pasar. Por el momento estamos con el asunto de las Pymes y sobre todo relacionado con el turismo rural en Masatepe, por lo que les invito a visitar la página www.ahualcalt.blogspot.com.
La Isla bajo el mar
Recién comencé en estos días de fin de año la lectura de la última obra de la chilena Isabel Allende. En las primeras páginas me di cuenta del dominio que logra ejercer esta talentosa escritora en el lector y como siempre me he visto enfrascado en una lectura voraz. El tema de la esclavitud toca siempre heridas recién curadas y la discriminación racial es un tema tan actual como la internet y los juegos de video pero la manera en que lo aborda Allende es siempre peculiar.
Agregaré más comentarios sobre esta lectura en días venideros.
Agregaré más comentarios sobre esta lectura en días venideros.
viernes, 11 de septiembre de 2009
Los humeantes hornos de Hitler y las Torres Gemelas
Luego de leer el informe de la FEMA sobre la caída de las torres gemelas y el efecto fehaciente que el fuego y el calor abrasador tuvieron en el debilitamiento de la superestructura, no dejé de asociarlo, casi automáticamente con la imagen que me quedó grabada luego de leer el libro de los Hornos de Hitler. La imagen que tenía era parecida a un recuerdo minúsculo, apenas perceptible, como un viejo daguerrotipo de Nena Daconte, el personaje que más recuerdo de mis lecturas de García Márquez. Era increíble ver, a lo lejos, la imagen humeante, con el olor imaginado en mis neuronas, a la carne humana chamuscada de los cientos de muertos conviertiéndose en polvo y cenizas. Así mismo pero con el sentimiento de ser testigo de una película y no de los hechos reales de la historia, me sentí aquél 11 de septiembre, fecha en que, junto a muchos desempleados más, observé, impávido, a través de la pequeña pantalla de mi televisor, las imágenes de CNN a través del canal dos de la televisión nacional. No sé por qué hoy cuando veo las fumarolas de las torres gemelas humeando en el cielo triste de esa mañana en Nueva York en las fotos o la televisión, lo único que me viene a la mente es el recuerdo de los hornos "panaderos" de esa otra triste época de la historia en los campos de concentración.
sábado, 22 de agosto de 2009
El Testamento
Estoy comenzando a leer nuevamente algo de literatura y hoy comencé con El Testamento de Grisham, más adelante les pondré mis comentarios.
Dios Juega a los Dados o el pensamiento de Stephen Hawking?
En la última semana he estado viendo (gracias al Internet, que me sacaste del mundo de la ignorancia :-)) varios documentales que tratan sobre la vida y obra de Stephen Hawking. Esta mega estrella del mundo de la ciencia y el mundo lego en donde nos encontramos el resto de mortales. Unos lo alaban y lo engrandecen y otros lo ubican como un científico más cuyo aporte a la ciencia no es tan grande como aparenta. Unos cuantos aducen a una estrategia de mercadotecnia su éxito editorial y el padrinazgo que en sus días le diera Carl Sagan.
Bueno, lo interesante es que las ideas de Hawking sobre si es posible o no la existencia de un Dios que gobierne todo me han dejado medio cabezón esta semana y he estado pensando que realmente el mismo Dios puede haber hecho las reglas bajo las cuales gobierna el Universo. De esa manera las leyes de la Física y de la Ciencia en general serían las reglas del mismísimo Dios ¿o no?
Eso de que si la respuesta a nuestra pregunta eterna de que si lograremos descifrar la Teoría del Todo estará a nuestro alcance o nuestra inteligencia es muy limitada para conocer esta esencia misma del conocimiento es otra pregunta interesante ya que seguramente, al igual que hemos venido dando, como humanidad, digo, pequeños pasos para llegar a este nivel tan abundante de complejidad que tenemos en el mundo (el mismo hecho de estar digitando estas palabras y saber que me leerán en cualquier lugar del mundo es una cosa que no deja de causarme asombro), es para mi una señal de que sí lo lograremos. Claro que el tiempo en el que esto será posible es la pregunta del millón de dólares. Hawking dice que no pasarán más de 20 años hasta que sea posible la unificación de la física de las partículas y la de lo inmenso. Yo no me atrevo a ser tan optimista. Creo que la Humanidad llegará a ese punto pero me asusta mucho el ver los efectos negativos en el ambiente de nuestro paso por el mundo.
Creo que el fin del mundo pronosticado por los Mayas y la Biblia es uno individual, indivisible y particular para cada uno de los mortales. Cuando hay un terremoto y mueren cientos o miles en Indonesia o en Colombia, eso significó el fin del mundo para ellos. Para mí que a eso se refiere la Biblia cuando dice que será movido uno y otro en el mismo cuarto se quedará (El arrebatamiento) pero claro que yo no soy experto en Biblia ni en lenguas sagradas.
Pienso que Hawking logró hacer lo que muy pocos científicos han logrado hacer en la historia moderna: interesar a las multitudes en el estudio del universo y en la historia de todo lo que hemos tenido que pasar como humanidad para conocer lo que conocemos hoy, desde los oscuros procesos de la inquisición (Ay! Torquemada!, ojalá que ardas en las llamas eternas!) y las difíciles teorías de un Universo en eterna expansión hasta las más complicadas y obtusas teorías pluridimensionales de las Supercuerdas. En parte gracias a su influencia (desde luego que también gracias a Einstein), hoy en día muchos fanáticos leemos, escuchamos, pensamos y sudamos pasión y emoción por los temas científicos. Para la satisfacción de los mercadólogos, somos un nicho que despierta intereses y productos ya que mientras exista demanda, obviamente existirán ofertas para llenar los bolsillos de los creativos y los negociantes de la moda.
¿Quién iba a pensar que una ecuación matemática podría ser objeto de culto por varias generaciones no?
Seguiremos en contacto...
Bueno, lo interesante es que las ideas de Hawking sobre si es posible o no la existencia de un Dios que gobierne todo me han dejado medio cabezón esta semana y he estado pensando que realmente el mismo Dios puede haber hecho las reglas bajo las cuales gobierna el Universo. De esa manera las leyes de la Física y de la Ciencia en general serían las reglas del mismísimo Dios ¿o no?
Eso de que si la respuesta a nuestra pregunta eterna de que si lograremos descifrar la Teoría del Todo estará a nuestro alcance o nuestra inteligencia es muy limitada para conocer esta esencia misma del conocimiento es otra pregunta interesante ya que seguramente, al igual que hemos venido dando, como humanidad, digo, pequeños pasos para llegar a este nivel tan abundante de complejidad que tenemos en el mundo (el mismo hecho de estar digitando estas palabras y saber que me leerán en cualquier lugar del mundo es una cosa que no deja de causarme asombro), es para mi una señal de que sí lo lograremos. Claro que el tiempo en el que esto será posible es la pregunta del millón de dólares. Hawking dice que no pasarán más de 20 años hasta que sea posible la unificación de la física de las partículas y la de lo inmenso. Yo no me atrevo a ser tan optimista. Creo que la Humanidad llegará a ese punto pero me asusta mucho el ver los efectos negativos en el ambiente de nuestro paso por el mundo.
Creo que el fin del mundo pronosticado por los Mayas y la Biblia es uno individual, indivisible y particular para cada uno de los mortales. Cuando hay un terremoto y mueren cientos o miles en Indonesia o en Colombia, eso significó el fin del mundo para ellos. Para mí que a eso se refiere la Biblia cuando dice que será movido uno y otro en el mismo cuarto se quedará (El arrebatamiento) pero claro que yo no soy experto en Biblia ni en lenguas sagradas.
Pienso que Hawking logró hacer lo que muy pocos científicos han logrado hacer en la historia moderna: interesar a las multitudes en el estudio del universo y en la historia de todo lo que hemos tenido que pasar como humanidad para conocer lo que conocemos hoy, desde los oscuros procesos de la inquisición (Ay! Torquemada!, ojalá que ardas en las llamas eternas!) y las difíciles teorías de un Universo en eterna expansión hasta las más complicadas y obtusas teorías pluridimensionales de las Supercuerdas. En parte gracias a su influencia (desde luego que también gracias a Einstein), hoy en día muchos fanáticos leemos, escuchamos, pensamos y sudamos pasión y emoción por los temas científicos. Para la satisfacción de los mercadólogos, somos un nicho que despierta intereses y productos ya que mientras exista demanda, obviamente existirán ofertas para llenar los bolsillos de los creativos y los negociantes de la moda.
¿Quién iba a pensar que una ecuación matemática podría ser objeto de culto por varias generaciones no?
Seguiremos en contacto...
sábado, 4 de julio de 2009
Actualización
Saludos a mis lectores,
me he desconectado un poco de este blog por limitaciones de tiempo debido al trabajo diario, sin embargo estoy preparando nuevo material para actualizarlo, sobre todo relacionado con mis nuevas lecturas y mis incursiones en el mundo académico como catedrático en una universidad del país,
espero sigan visitando el sitio y dejando sus comentarios y apreciaciones,
Dios les bendiga abundantemente!
me he desconectado un poco de este blog por limitaciones de tiempo debido al trabajo diario, sin embargo estoy preparando nuevo material para actualizarlo, sobre todo relacionado con mis nuevas lecturas y mis incursiones en el mundo académico como catedrático en una universidad del país,
espero sigan visitando el sitio y dejando sus comentarios y apreciaciones,
Dios les bendiga abundantemente!
viernes, 6 de febrero de 2009
Los libros del 2009
1. El caso de Cristo. Lee Strobel. Enero 11 2009. Interesante libro en donde el otrora periodista del Chicago Tribune se plantea desbancar la teoría de la Divinidad de Jesucristo. En su intención de probar su teoría entrevista a una decena de eruditos en diversas ciencias como arqueología, médicos forenses etc. Y llega a la conclusión de que históricamente Jesús vivió entre nosotros y toda la evidencia de primera mano indica que evidentemente no pudo haber sido otro que el mismo Dios encarnado. Resultado: Strobel pasó de incrédulo acérrimo a creyente comprobado científicamente. Interesante libro para comenzar la travesía del año.
2. El talento no es suficiente. John C. Maxwell. Enero 17 2009. Excelente libro en donde se explican muchos otros factores a tomar en cuenta para ser una persona super éxitosa. El éxito no se mide solamente en dinero sino también en el grado de aporte o satisfacción con respecto a nuestras propias metas o propósitos. Muchos ejemplos y guías para la aplicación a la propia vida. Bien vale la pena trabajar un resumen con las frases resaltadas de este libro.
3. Pedro Páramo. Juan Rulfo. Enero 20 2009. ¿Será que todo el mundo está muerto en Comala? El personaje se va a un lejano pueblo en busca de su padre: Pedro Páramo, pero en el camino se mezclan la fantasía y la realidad de tal manera que no sabemos si el protagonista está sumido en un sueño del que ya no despertará o si realmente ya se murió junto al resto de personajes pintorescos de ese pueblo. Clásico libro que no había tenido la oportunidad de leer. El Pedro Páramo resulta ser un individuo vil y despreciable del cual es mejor tener un vago recuerdo, como quien mira un daguerrotipo en las vidrierías de los museos y la justicia llega en manos de un borracho quien lo acuchilla de muerte mientras se gesta la revolución en el México de comienzos del siglo XX.
4. Lazos de Amor. Brian Weiss. Enero 23. Iniciado en 2008. Una historia de amor a través del tiempo y la distancia y las vidas. Siempre haciendo eco de su teoría sobre la existencia de vidas anteriores, Weiss retoma ahora su caso usando de ejemplo una pareja de personas desconocidas unidas por medio de las casualidades del azar. Lectura ligera pero interesante.
5. Toda Mafalda. Quino. Enero 29. Buenísimas todas las caricaturas de este tremendo artista del lápiz: Quino. En este librazo una cátedra digna de todo estudioso de la filosofía anti sopística. Casi todas las tiras que hizo Quino de esta tremenda figura genial junto con Miguelito, Susanita, Manolito y por supuesto Guille. Todos personajes entrañables que vale la pena repasar de vez en cuando por su indiscutible actualidad.
6. Runaway Bunny. Margaret Wise Brown. Enero 30. Hermoso cuentecito infantil. Alegórico al alma y la conciencia. Supe por vez primera de su existencia gracias a una película llamada “Wit”. Aunque queramos huir de ella nos persigue afanosamente a donde sea que vayamos. Irá tras nosotros como la mamá coneja a través de circos, de mares, montañas o corrientes de agua. Excelente para los niños y para sentirse otra vez como uno. No es bueno olvidarse que un vez fuimos niños ¿no?
7. Escuela Para Todos 2009. Enero 30. Hoy terminé de leerle a mi abuela el libro de Escuela para Todos de este año. Interesante la historia del petróleo y el cuento de la profesora que cambió, como diría Covey, de paradigma al ayudarle a su estudiante “Pedrito”. La historia del fundador de la Cruz Roja también muy interesante. Siempre se aprenden algunas cosas leyendo este almanaque.
2. El talento no es suficiente. John C. Maxwell. Enero 17 2009. Excelente libro en donde se explican muchos otros factores a tomar en cuenta para ser una persona super éxitosa. El éxito no se mide solamente en dinero sino también en el grado de aporte o satisfacción con respecto a nuestras propias metas o propósitos. Muchos ejemplos y guías para la aplicación a la propia vida. Bien vale la pena trabajar un resumen con las frases resaltadas de este libro.
3. Pedro Páramo. Juan Rulfo. Enero 20 2009. ¿Será que todo el mundo está muerto en Comala? El personaje se va a un lejano pueblo en busca de su padre: Pedro Páramo, pero en el camino se mezclan la fantasía y la realidad de tal manera que no sabemos si el protagonista está sumido en un sueño del que ya no despertará o si realmente ya se murió junto al resto de personajes pintorescos de ese pueblo. Clásico libro que no había tenido la oportunidad de leer. El Pedro Páramo resulta ser un individuo vil y despreciable del cual es mejor tener un vago recuerdo, como quien mira un daguerrotipo en las vidrierías de los museos y la justicia llega en manos de un borracho quien lo acuchilla de muerte mientras se gesta la revolución en el México de comienzos del siglo XX.
4. Lazos de Amor. Brian Weiss. Enero 23. Iniciado en 2008. Una historia de amor a través del tiempo y la distancia y las vidas. Siempre haciendo eco de su teoría sobre la existencia de vidas anteriores, Weiss retoma ahora su caso usando de ejemplo una pareja de personas desconocidas unidas por medio de las casualidades del azar. Lectura ligera pero interesante.
5. Toda Mafalda. Quino. Enero 29. Buenísimas todas las caricaturas de este tremendo artista del lápiz: Quino. En este librazo una cátedra digna de todo estudioso de la filosofía anti sopística. Casi todas las tiras que hizo Quino de esta tremenda figura genial junto con Miguelito, Susanita, Manolito y por supuesto Guille. Todos personajes entrañables que vale la pena repasar de vez en cuando por su indiscutible actualidad.
6. Runaway Bunny. Margaret Wise Brown. Enero 30. Hermoso cuentecito infantil. Alegórico al alma y la conciencia. Supe por vez primera de su existencia gracias a una película llamada “Wit”. Aunque queramos huir de ella nos persigue afanosamente a donde sea que vayamos. Irá tras nosotros como la mamá coneja a través de circos, de mares, montañas o corrientes de agua. Excelente para los niños y para sentirse otra vez como uno. No es bueno olvidarse que un vez fuimos niños ¿no?
7. Escuela Para Todos 2009. Enero 30. Hoy terminé de leerle a mi abuela el libro de Escuela para Todos de este año. Interesante la historia del petróleo y el cuento de la profesora que cambió, como diría Covey, de paradigma al ayudarle a su estudiante “Pedrito”. La historia del fundador de la Cruz Roja también muy interesante. Siempre se aprenden algunas cosas leyendo este almanaque.
domingo, 4 de enero de 2009
Ce morceau de toi
Los recuerdos de ella que permanecían indelebles, cual tinta sobre el dedo gordo después de las elecciones, se iban diluyendo a medida que los días pasaban inexorablemente en el escenario colorido que es la vida.
Habían pasado ya más de dos meses desde la última vez que la contemplé, impávido ante la imagen celeste que abría la puerta del carro con una mano y sostenía con la otra el bolso inacabable, pesado, que parecía lleno de materia oscura por la curvatura que surgía en su espalda ante semejante peso. Ideé en mi mente el plan estratégico por más de una docena de veces para resolver semejante problema (cantaba para mis adentros aquella canción de Roberto Carlos que dice en un verso “Tú eres el grave problema, que yo no sé resolver”) mediante estratagemas dignos de un Maquiavelo o de una Queen Elizabeth tratando de sobrevivir en una guerra inacabable entre franceses e ingleses. Las tropas enemigas se acercaban irremediablemente hacia mis flancos más débiles, apareciendo a veces como pesadillas mordaces con frases irresolutas y en otras ocasiones surgiendo en el momento menos esperado, en una frase trillada de una canción de amor o en la mirada inédita de ella surgiendo de cualquier otra persona. Y el tiempo seguía irreparable su paso por mi vida y seguramente por la de ella que no sabe lo que siento en la distancia. Estamos tan separados que el solo hecho de pensar en sobreponerse a ese intersticio, a ese espacio limítrofe, esa guardarraya imaginaria que nos vence, es una proposición un poco más que poética.
He pasado un par de días soñando despierto. Ella aparece en mis sueños irremediablemente. Insistentemente. Me pregunto si yo apareceré en los suyos con tanta tozudez. Una vez hablamos de eso. Hablamos mientras la canción de Cristian sonaba en el radio del bar (Cada vez que tú te ibas, yo quería cambiar el mundo, pero el mundo es como es, ¡Cuántas ganas de escarbar dentro de tu alma!...). Pero cómo sentía no haber aprovechado el tiempo en ese momento y haber sido un Ethan Hawke de la película, hablando del fantasma de la abuela apareciendo en medio de los arcoiris que surgían del agua que regaba con la manguera. Yo sostenía en esa ocasión ser un hombre más insistente de lo que parecía. Tener esa virtud o defecto –lo recuerdo claramente- de no rendirme fácilmente. Ahora parezco tan pequeño al verme lleno de ideas de ella sin siquiera hacérselas saber. He escrito una docena de versos y unas cuantas páginas pensando en sus cabellos negros, brillantes surgiendo de la claridad de su piel. Y ella no conoce ni uno de ellos.
Ya muchas veces había tenido esa fantasía que seguramente surgió como consecuencia de mis lecturas a los libros de Cardenal. Soñaba con que ella se encontrara como por accidente con uno de mis libros en una gran librería del Distrito Federal. El smog irremediable en las calles de la Ciudad de México y los ojos colorados por lo mismo, pero ella impávida hojeando incansable, digamos que en unas vacaciones por la tierra azteca, visitando una gran librería y mi libro ubicado en uno de los anaqueles, tal vez no como un best seller, pero digamos que como un libro mínimo, medio oculto entre tantos éxitos de ventas y Harrys y novelas americanas o japonesas y un par de mangas (¡!). El hecho de que a ella le llamara la atención precisamente ese librito y de llegar a tomarlo con la mano y abrirlo y mirar en el primer poema una dedicatoria a ella… esa mínima idea fantasiosa y romántica me llenaba la mente en esos días. Me imaginé muchas veces, interminables veces esa escena. En unas ocasiones la veía riéndose a carcajadas en medio de la gente de la librería. En otras ocasiones la veía comprando una docena de libros para regalarlos entre sus amistades sin recordar mi rostro que aparecía en la contraportada, el rostro que irremediablemente se había diluido de sus recuerdos con el paso de los años.
Un día me cansé de contemplarme sin nada más que su recuerdo y decidí buscar su nombre entre los gruesos libros amarillos de la guía telefónica de la ciudad. Managua no es tan inmensa como el Tokio de Lost in Translation ni como Nueva York o el inacabable Distrito Federal Mexicano. La guía telefónica nuestra es apenas similar a la de un cartier parisino o una ciudad pequeña de los chinos porque en realidad no somos tantos. Busqué entonces en las páginas su nombre sin éxito inmediato. Entonces busqué todas las combinaciones posibles de sus apellidos y los nombres de sus padres que fueron los que eventualmente me brindaron los resultados más alentadores. Y finalmente logré encontrar el número telefónico. Con las manos nerviosas por la cercanía cotidiana del teléfono y la esperanza de un próximo encuentro digité los números en el aparato y hablé tartamudeando al escuchar una voz familiar al otro lado del teléfono. No era ella. La voz desconocida al otro lado me hizo saber que ella estaba lejos. Fuera del país y que no volvería sino hasta finales del mes. De repente me sentí de nuevo perdido en mis recuerdos y decidí seguir escribiendo hasta donde me diera la inspiración y las neuronas. Hasta donde pudiera llegar con mi reserva de esa sustancia química que los científicos dicen, está relacionada directamente con el amor: la PEA (fenilatinamina).
He pasado haciendo de todo durante esta espera. Conseguí un par de softwares para aprender en la computadora y le quité el polvo de meses a los libros de francés que comencé a estudiar nuevamente con el interés propio de un beginner, dediqué muchas horas a sacar del desorden todos los papeles que se amontonan siempre, irremediablemente en mi escritorio y también a lavar hasta el cansancio las cortinas, ventanas y el piso de mi habitación. Hasta limpié el polvo acumulado de años de debajo de mi cama y barrí presuroso un nido de ratones oculto detrás de mi librero, nido hecho con trozos de poemas escritos y nunca entregados en la adolescencia para alguna infanta de la escuela. Como resultado de esta terapia ocupacional mi cuarto se transformó del nido de ratas en que estaba convertido en un lugar oloroso, resplandeciente, limpio, ordenado y motivo de orgullo de cualquiera. Dediqué del mismo modo, muchas horas de mi tiempo a ordenar la inmensa colección de casetes y CD’s y los incontables MP3’s en la computadora. Los libros en mi librero nunca conocieron orden más pulcro. Hasta las telas de las arañas desaparecieron del mapa con tanta premura que huyeron despavoridas ante el ruido escandaloso de la ola de limpieza que sacudió mi casa y sus cercanías. Comencé a leer nuevamente como en mi infancia. Releí a García Márquez, Saint Exupéry, Borges, Darío y una veintena de autores que tenía tanto tiempo de no contactar y con los que me sentí como entre viejos amigos.
Toda esta revolución llegó, irremediablemente hasta mis entrañas. Al releer a Hawking y a Carl Sagan, la inspiración reapareció irremediablemente y me senté a escribir pensando en ella. Escribí una carta larga y tendida pensando en ella. Escribí para ella. Escribí para ella y para los hijos que nunca habíamos tenido. Para los momentos de dicha y de desdicha que nunca compartimos juntos. Por las aventuras que nunca pasamos en las calles interminables de Les Champs Elysées y los cafés no compartidos en el pequeño local que está cerca del Big Ben y del que nunca logro recordar el nombre. Ciertamente el mundo es pequeño para recordar todos esos recuerdos que no tenemos. Las ideas del polvo estelar del que estamos hechos todos penetraron insistentemente en mi cabeza. Era poético. Era hermoso. Era estético pensar en que el mismo polvo celeste de una supernova que originó la masa del sistema solar y el cinturón de asteroides más allá de Marte era el mismo polvo estelar del que estábamos hechos los dos. Que los mismos átomos de carbono, calcio, fósforo, hierro que me formaban, la formaban también a ella. Que compartíamos más del 99% de las dobles hélices de nuestro ADN. Que, considerando la teoría maya de que el tiempo es cíclico, posiblemente muchas de las ideas que ella tiene ahora ya hayan pasado por mi mente o viceversa. Que posiblemente ya alguien le haya leído los poemas de Benedetti al oído mientras escuchaba algunas canciones de Guardabarranco en la distancia. Porque ese había sido mi sueño. Y probablemente, considerando las teorías probabilísticas de Bayes y otros similares, ya esa idea también se le habría ocurrido a otro antes que a mí. El problema ahora era saber si esa persona lo había compartido con ella.
La vida no es tan simple como parece. O tal vez es más simple de lo que parece. De hecho, la vida es tan enredada y sus ramificaciones tan complicadas que parece a la vez contradictorio y complementario decir que la complicación principal de la vida está en su simplicidad. O tal vez será que solo nos complicamos con complicaciones para hacerla más entretenida.
Habían pasado ya más de dos meses desde la última vez que la contemplé, impávido ante la imagen celeste que abría la puerta del carro con una mano y sostenía con la otra el bolso inacabable, pesado, que parecía lleno de materia oscura por la curvatura que surgía en su espalda ante semejante peso. Ideé en mi mente el plan estratégico por más de una docena de veces para resolver semejante problema (cantaba para mis adentros aquella canción de Roberto Carlos que dice en un verso “Tú eres el grave problema, que yo no sé resolver”) mediante estratagemas dignos de un Maquiavelo o de una Queen Elizabeth tratando de sobrevivir en una guerra inacabable entre franceses e ingleses. Las tropas enemigas se acercaban irremediablemente hacia mis flancos más débiles, apareciendo a veces como pesadillas mordaces con frases irresolutas y en otras ocasiones surgiendo en el momento menos esperado, en una frase trillada de una canción de amor o en la mirada inédita de ella surgiendo de cualquier otra persona. Y el tiempo seguía irreparable su paso por mi vida y seguramente por la de ella que no sabe lo que siento en la distancia. Estamos tan separados que el solo hecho de pensar en sobreponerse a ese intersticio, a ese espacio limítrofe, esa guardarraya imaginaria que nos vence, es una proposición un poco más que poética.
He pasado un par de días soñando despierto. Ella aparece en mis sueños irremediablemente. Insistentemente. Me pregunto si yo apareceré en los suyos con tanta tozudez. Una vez hablamos de eso. Hablamos mientras la canción de Cristian sonaba en el radio del bar (Cada vez que tú te ibas, yo quería cambiar el mundo, pero el mundo es como es, ¡Cuántas ganas de escarbar dentro de tu alma!...). Pero cómo sentía no haber aprovechado el tiempo en ese momento y haber sido un Ethan Hawke de la película, hablando del fantasma de la abuela apareciendo en medio de los arcoiris que surgían del agua que regaba con la manguera. Yo sostenía en esa ocasión ser un hombre más insistente de lo que parecía. Tener esa virtud o defecto –lo recuerdo claramente- de no rendirme fácilmente. Ahora parezco tan pequeño al verme lleno de ideas de ella sin siquiera hacérselas saber. He escrito una docena de versos y unas cuantas páginas pensando en sus cabellos negros, brillantes surgiendo de la claridad de su piel. Y ella no conoce ni uno de ellos.
Ya muchas veces había tenido esa fantasía que seguramente surgió como consecuencia de mis lecturas a los libros de Cardenal. Soñaba con que ella se encontrara como por accidente con uno de mis libros en una gran librería del Distrito Federal. El smog irremediable en las calles de la Ciudad de México y los ojos colorados por lo mismo, pero ella impávida hojeando incansable, digamos que en unas vacaciones por la tierra azteca, visitando una gran librería y mi libro ubicado en uno de los anaqueles, tal vez no como un best seller, pero digamos que como un libro mínimo, medio oculto entre tantos éxitos de ventas y Harrys y novelas americanas o japonesas y un par de mangas (¡!). El hecho de que a ella le llamara la atención precisamente ese librito y de llegar a tomarlo con la mano y abrirlo y mirar en el primer poema una dedicatoria a ella… esa mínima idea fantasiosa y romántica me llenaba la mente en esos días. Me imaginé muchas veces, interminables veces esa escena. En unas ocasiones la veía riéndose a carcajadas en medio de la gente de la librería. En otras ocasiones la veía comprando una docena de libros para regalarlos entre sus amistades sin recordar mi rostro que aparecía en la contraportada, el rostro que irremediablemente se había diluido de sus recuerdos con el paso de los años.
Un día me cansé de contemplarme sin nada más que su recuerdo y decidí buscar su nombre entre los gruesos libros amarillos de la guía telefónica de la ciudad. Managua no es tan inmensa como el Tokio de Lost in Translation ni como Nueva York o el inacabable Distrito Federal Mexicano. La guía telefónica nuestra es apenas similar a la de un cartier parisino o una ciudad pequeña de los chinos porque en realidad no somos tantos. Busqué entonces en las páginas su nombre sin éxito inmediato. Entonces busqué todas las combinaciones posibles de sus apellidos y los nombres de sus padres que fueron los que eventualmente me brindaron los resultados más alentadores. Y finalmente logré encontrar el número telefónico. Con las manos nerviosas por la cercanía cotidiana del teléfono y la esperanza de un próximo encuentro digité los números en el aparato y hablé tartamudeando al escuchar una voz familiar al otro lado del teléfono. No era ella. La voz desconocida al otro lado me hizo saber que ella estaba lejos. Fuera del país y que no volvería sino hasta finales del mes. De repente me sentí de nuevo perdido en mis recuerdos y decidí seguir escribiendo hasta donde me diera la inspiración y las neuronas. Hasta donde pudiera llegar con mi reserva de esa sustancia química que los científicos dicen, está relacionada directamente con el amor: la PEA (fenilatinamina).
He pasado haciendo de todo durante esta espera. Conseguí un par de softwares para aprender en la computadora y le quité el polvo de meses a los libros de francés que comencé a estudiar nuevamente con el interés propio de un beginner, dediqué muchas horas a sacar del desorden todos los papeles que se amontonan siempre, irremediablemente en mi escritorio y también a lavar hasta el cansancio las cortinas, ventanas y el piso de mi habitación. Hasta limpié el polvo acumulado de años de debajo de mi cama y barrí presuroso un nido de ratones oculto detrás de mi librero, nido hecho con trozos de poemas escritos y nunca entregados en la adolescencia para alguna infanta de la escuela. Como resultado de esta terapia ocupacional mi cuarto se transformó del nido de ratas en que estaba convertido en un lugar oloroso, resplandeciente, limpio, ordenado y motivo de orgullo de cualquiera. Dediqué del mismo modo, muchas horas de mi tiempo a ordenar la inmensa colección de casetes y CD’s y los incontables MP3’s en la computadora. Los libros en mi librero nunca conocieron orden más pulcro. Hasta las telas de las arañas desaparecieron del mapa con tanta premura que huyeron despavoridas ante el ruido escandaloso de la ola de limpieza que sacudió mi casa y sus cercanías. Comencé a leer nuevamente como en mi infancia. Releí a García Márquez, Saint Exupéry, Borges, Darío y una veintena de autores que tenía tanto tiempo de no contactar y con los que me sentí como entre viejos amigos.
Toda esta revolución llegó, irremediablemente hasta mis entrañas. Al releer a Hawking y a Carl Sagan, la inspiración reapareció irremediablemente y me senté a escribir pensando en ella. Escribí una carta larga y tendida pensando en ella. Escribí para ella. Escribí para ella y para los hijos que nunca habíamos tenido. Para los momentos de dicha y de desdicha que nunca compartimos juntos. Por las aventuras que nunca pasamos en las calles interminables de Les Champs Elysées y los cafés no compartidos en el pequeño local que está cerca del Big Ben y del que nunca logro recordar el nombre. Ciertamente el mundo es pequeño para recordar todos esos recuerdos que no tenemos. Las ideas del polvo estelar del que estamos hechos todos penetraron insistentemente en mi cabeza. Era poético. Era hermoso. Era estético pensar en que el mismo polvo celeste de una supernova que originó la masa del sistema solar y el cinturón de asteroides más allá de Marte era el mismo polvo estelar del que estábamos hechos los dos. Que los mismos átomos de carbono, calcio, fósforo, hierro que me formaban, la formaban también a ella. Que compartíamos más del 99% de las dobles hélices de nuestro ADN. Que, considerando la teoría maya de que el tiempo es cíclico, posiblemente muchas de las ideas que ella tiene ahora ya hayan pasado por mi mente o viceversa. Que posiblemente ya alguien le haya leído los poemas de Benedetti al oído mientras escuchaba algunas canciones de Guardabarranco en la distancia. Porque ese había sido mi sueño. Y probablemente, considerando las teorías probabilísticas de Bayes y otros similares, ya esa idea también se le habría ocurrido a otro antes que a mí. El problema ahora era saber si esa persona lo había compartido con ella.
La vida no es tan simple como parece. O tal vez es más simple de lo que parece. De hecho, la vida es tan enredada y sus ramificaciones tan complicadas que parece a la vez contradictorio y complementario decir que la complicación principal de la vida está en su simplicidad. O tal vez será que solo nos complicamos con complicaciones para hacerla más entretenida.
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