lunes, 4 de julio de 2022

Dejar ir a los viejos

Pareciera que uno nunca está preparado del todo para dejar ir a los viejos. Aunque no hay garantía de que sean ellos los primeros en irse, pareciera como una regla que tenemos en nuestro subconsciente. Una luz en el semáforo que apenas nos sirve de señal para seguir en el camino. Es difícil empezar a escribir cuando la emoción está tan fresca, tan a flor de piel. 



Pensé que tendríamos la oportunidad de volver a sentarnos en las sillitas de la sala y podría volver a preguntarle de sus papás y su abuelita. De sus años en Matagalpa trabajando en la casa de la modista famosa que le hacía los trajes a los Somoza. De sus años en la Managua terremoteada del 72. De su experiencia impresionante en Nindirí cuando el repliegue de los sandinistas a Masaya luego de un intento fallido por derrocar a los Somoza. De sus tantas historias que, a mis oídos, parecían salidas de una enciclopedia inacabable que era su vida. Tantas historias y tantas vidas vividas en una sola vida. Tantas vivencias que me conseguían transportar a otras épocas y otras gentes y otros tiempos, como cuando la imaginaba sentada en las piernas de su papá, jugando con el telégrafo… transmitiendo mensajes que iban y venían en un mundo que iba a cambiar para todos. Eso no va a pasar. Tus ojos brillantes ya no volverán a iluminarse como cuando conociste a Pablito y lo llenaste de besos. Tu voz ya no sonará más contando esas historias que yo, embelesado, escuchaba tan atentamente. Ha sido un hermoso viaje y durante mucho tiempo lo hemos compartido, en el mismo tren, aunque en diferentes vagones. Has llegado a tu estación de destino y te tocará caminar por otros vecindarios, conocer otros amigos, conocer nuevos amores, abrazar otros niños y sentir el mismo amor que sentiste de nosotros. Ese que nunca cambia. Ese que sigue siendo el motor del mundo, de nuestros sueños y de nuestros motivos para seguir adelante en este juego de la vida. No puedo decirte adiós, sino hasta pronto. Nos volveremos a encontrar más allá de este mundo, en ese otro que es puro amor y donde las obligaciones y los trabajos y las agendas principales no dependen de las fechas máximas de pago de las tarjetas de crédito sino de este valor más importante e intangible que es nuestro tiempo acá. Gracias por tu energía. Gracias por tu amor. Gracias por escucharnos siempre. Gracias por existir. Gracias por haber sido nuestra compañera de viaje. Hasta luego.

2 comentarios:

Teacher Kess dijo...

Excelente blog, tienes los recuerdos vivos aún. Siempre recuerdo los detalles de los dulces colgados del árbol de navidad

pablo dijo...

Asi es estimado. Pienso que esos recuerdos los llevaremos siempre grabados en el corazón.
Saludos y gracias por tu comentario.