Pareciera que uno nunca está preparado del todo para dejar ir a los viejos. Aunque no hay garantía de que sean ellos los primeros en irse, pareciera como una regla que tenemos en nuestro subconsciente. Una luz en el semáforo que apenas nos sirve de señal para seguir en el camino. Es difícil empezar a escribir cuando la emoción está tan fresca, tan a flor de piel.