La lectura de este libro me emocionó mucho. De hecho, sigo aún leyéndolo en las noches a mi hijo de cinco años y medio y me complace verlo dormir mientras escucha de mi voz las palabras de la Dra. Remen. Quizás no es un libro para niños, pero sus mensajes son verdaderamente humanos y más allá de la edad o el contexto para el que fueron escritos, destilan la sabiduría propia de alguien a quien bien podría decirle mi hermana mayor, sin que eso implique ningún parentesco o grado de consanguineidad.