viernes, 2 de noviembre de 2007

El diagnóstico y la terapéutica

El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas.

A los enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas

ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados

noche tras noche por los abrazos, y padecemos fiebres

devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de

decir estupideces.

El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito

de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la

sopa o en el trago. Se puede provocar, pero no se puede

impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el

polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada.

El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas.

No hay decreto del gobierno que pueda con él, ni

pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen,

en los mercados, infalibles brebajes con garantía y

todo.



(Extraído de "El Libro de los Abrazos" de Eduardo Galeano)

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